Hace muchos años, el orador de graduación en una prestigiosa universidad pidió a todos los miembros de la clase que se graduaban que tenían un plan definido para sus vidas que levantaran la mano. Mientras miraba alrededor de la habitación, solo se levantaron tres manos. Veinticinco años más tarde, cuando la clase celebró una reunión, el valor neto combinado de esos tres individuos superó el del resto de la clase. Las personas que saben adónde van siempre logran niveles de éxito mucho mayores que aquellos que simplemente vagan por la vida, esperando que las circunstancias les creen oportunidades. Las personas exitosas crean sus propias oportunidades enfocándose en metas con una intensidad que bordea la obsesión. De esta manera, cada acción los mueve hacia su meta.