Si lo deseas, siempre puedes encontrar docenas de razones por las que algo no puede o no debe hacerse, y muy pocas por qué debería o podría. Es mucho más fácil racionalizar que es demasiado difícil, demasiado costoso o que requiere demasiado tiempo que aceptar la idea de que si estamos dispuestos a trabajar lo suficientemente duro, lo suficientemente inteligente y el tiempo suficiente, podemos lograr cualquier cosa. En lugar de comprometernos, inventamos una excusa. Si descubres que con frecuencia inventas excusas por las que no hiciste algo o tienes un millón de razones por las que algo no salió como estaba planeado, es hora de comprobar la realidad. ¡Deja de explicar y empieza a hacer!